Los niños aprenden en contacto con la realidad, no con un bombardeo de estímulos externos perfectamente diseñado. Tocar la tierra húmeda o mordisquear y oler una fruta deja una huella en ellos que ninguna tecnología puede igualar. Acompañémoslos con nuestro ejemplo y atención. Los niños nacen con asombro, con un deseo innato por conocer. ¿Y qué es lo que causa asombro? La belleza de la realidad. El cerebro humano está hecho para aprender en clave de realidad y los hechos nos indican que los niños aprenden a través de experiencias sensoriales concretas que no solamente les permiten comprender el mundo, sino también comprenderse a sí mismos. Todo lo que los niños tocan, huelen, oyen, ven y sienten deja una huella en su mente, en su alma, a través de la construcción de su memoria biográfica que pasa a formar parte de su sentido de identidad. Catherine L’Ecuyer, autora de educar en el asombro. Extracto de un artículo publicado en Mente Sana, mayo 2015.
Recogiendo lo que dice esta autora hemos estado experimentando con la belleza de la realidad causadora de asombro culpable de todo aprendizaje significativo y os queremos mostrar algunas escenas bellas impulsoras de aprendizajes que hemos compartido en las huertas de los colegios. Esta belleza sorprendente porque cada estación y cada día es diferente…






















Desearos unas fiestas cargaditas de asombro y belleza que son dos regalos motivantes y que además no dejan residuo plástico.
¡ Que este año vuestros regalos huelan a Tierra!